miércoles, 24 de marzo de 2010

Los internautas chinos tienen la palabra

Esta semana hemos asistido al desenlace del enfrentamiento que han mantenido Google y el Gobierno de la República Popular de China. Google anunció que iba a dejar de filtrar las búsquedas en su página en China ante lo cuál el gobierno le recordó el acuerdo al que habían llegado como condición para poder actuar en dicho país. Google ante la imposibilidad de poder ofrecer una búsqueda sin censura en su página china decidió clausurarla y redirigir estas consultas a la página de Hong Kong que goza de una menor restricción.
Xulio Ríos, director del Observatorio de Política China y consejero de la RNECh, realiza un análisis de la situación en el siguiente artículo publicado en el diario El País

Los internautas chinos tienen la palabra

Este, o un final más o menos similar, se veía venir. Difícilmente se podía esperar otro resultado, si bien algunos confiaban en los buenos oficios de la negociación entre bambalinas y el efecto moderador de la magnitud de los intereses en juego de ambas partes. Pero la esencia del problema afecta a un aspecto central del sistema político chino cuya renuncia no es imaginable en las actuales circunstancias. Es de prever que Pekín aplicará la misma censura al buscador redireccionado ahora a Hong Kong, al igual que lo hace cuando uno busca en China en google.es. De hecho, hace semanas que los medios locales vienen preparando el terreno ante lo que ya se daba por inevitable después del fracaso de la reunión celebrada en febrero entre las autoridades y la empresa estadounidense. Los comentarios de los medios oficiales sobre las pérdidas que la retirada podría suponer para Google en un país que constituye el mayor mercado de Internet del mundo, o las advertencias sobre el nivel de afectación que supondría para otros negocios de la empresa como su futuro servicio de telefonía móvil, que tendría las puertas cerradas en China, subían el tono del desencuentro con claros signos de enquistamiento.
Pese a que la decisión es un tanto salomónica (en realidad, ni se va ni se queda), no ha sentado nada bien en el Gobierno chino. Quizás no sólo temeroso de que ello afecte a su imagen en el exterior (también en cuestión por el llamado caso Rio Tinto) y al ambiente de inversiones extranjeras en el país, sino por la incertidumbre que genera la reacción de la propia comunidad de usuarios. A pesar de presentarlo como un mero litigio comercial, no se ha vacilado a la hora de invocar las humillaciones del pasado colonial para tratar de ganarse la comprensión y simpatía de la sociedad, fácilmente irritable cuando estas actitudes son presentadas como muestras de arrogancia directamente atribuibles a Washington con exponentes en otros campos como la venta de armas a Taiwan, la presión general en materia de derechos humanos, o también sobre el yuan. La sensible fibra de la soberanía permite blindar el comportamiento de las autoridades frente a cualquier atisbo de "irreverencia humillante" y hace más difícil la permeabilización social de la naturaleza última del problema.
Para ver el artículo completo:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/internautas/chinos/tienen/palabra/elpepusoc/20100324elpepisoc_6/Tes

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